En primer lugar; ¡No vengas! Si
vienes, ¡Ven tarde! Al venir, ¡ven de mal humor!
Al salir de la iglesia,
pregúntate: ¿Qué valía todo esto?
¡No aceptes nunca un cargo en la iglesia!
Vale más seguir criticando a los demás.
¡Visita a las otras iglesias a cada
rato para enseñarle al pastor que él no es quien te manda! Hay que guardar la
independencia.
¡Haz que el pastor gane su dinero! ¡Deja que él haga todo el
trabajo!
Al acudir al templo, siéntate muy atrás, cerca de la puerta.
¡No cantes!
O si cantas, ¡Canta bien destemplado!
¡No des tus contribuciones por
adelantado! ¡Espera por lo menos hasta haber recibido lo que tu dinero vale!
¡No
animes al pastor! Si te gusta el sermón, ¡cállate! Pues muchos pastores se
perjudican por causa de la adulación.
¡No permitas que la sangre de él esté
sobre tus manos! ¡Cuenta las faltas de tu pastor a todos los que te visiten!
¿Quién sabe si de otra manera ellos lo descubrirán?
¡No traigas nunca a nadie
contigo a la iglesia!
¡No hagas nada para ganar a otros miembros nuevos; por lo
menos mientras la congregación tenga tal pastor!
Si hay algunos miembros
animados que sirven a su iglesia y que trabajan por ella, ¡No dejes de
protestar contra esa asociación exclusiva!.
Si tu iglesia por mala fortuna es
una iglesia feliz y armoniosa, condénala por su tibieza, indiferencia y falta
de celo.
Cooperando como se sugiere arriba, tú matarás por seguro a tu iglesia.
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